EL BUQUE ESMERALDA-IZUMI, LA MINERIA Y LAS NEGOCIACIONES COMERCIALES CON JAPON
(Publicado en AREAMINERA n° 4, diciembre 2005)
Raul F. Campusano Droguett
Editor Internacional
Hace más de cien años, en 1890, bajo el gobierno del Presidente Manuel Balmaceda, Chile estableció un Consulado General en Japón. Esto se hizo en el contexto del envío de varias misiones a ese país relacionadas con la colocación de nuestro salitre en ese mercado y en otros de esa región. En 1897, ambos países firman un Tratado de Amistad, Comercio y Navegación y, en 1899, presenta sus credenciales al Emperador Meiji, el embajador Carlos Morla. Desde entonces, la relación entre ambos países ha crecido y profundizado en numerosos ámbitos y experiencias. Como no recordar aquí la historia del Crucero Esmeralda, barco lanzado al agua en 1883 y que comienza operaciones en Chile en 1884. Este barco constituía la última generación en tecnología militar marítima de la época y generó el interés de Japón, país que vivía momentos de intensidad tanto con China como con Rusia. La Esmeralda fue vendida a Japón, país que entendió la entrega como un gesto de amistad de nuestro país. El barco fue rebautizado como “Izumi” y tuvo una destacada participación en la guerra que Japón libró exitosamente con Rusia. El evento es poco recordado en Chile, pero en Japón sí se recuerda.
Hace menos de un mes, durante la Cumbre de Líderes del Foro Económico del Asia Pacífico, APEC, el Presidente Ricardo lagos anunció la iniciación de negociaciones para la firma de un tratado de libre comercio entre Chile y Japón. Muchas cosas han pasado entre la llegada de Morla a Tokio y el anuncio del Presidente Lagos, pero una de las cosas que ha permanecido durante el período, es el creciente intercambio comercial, entre Chile y Japón, marcando los minerales un segmento sostenido y significativo.
Y es que para Japón, el abastecimiento seguro y apropiado de minerales es una prioridad de su política exterior. Japón sabe de minería. Históricamente ha sido un país minero. Partes importantes de su historia han estado marcadas por el aporte de los metales a su economía, como por ejemplo durante la Restauración Meiji. Hoy, dentro del ámbito minero, Japón se caracteriza por sus excelentes cierres de minas, su gestión ambiental y sus fundiciones. La relación comercial entre Chile y Japón ha sido y es significativa.
Japón es uno de nuestros socios comerciales más importantes. Y sin embargo, el comercio ha crecido poco en los últimos diez años. Carlos Furche, Director de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, ha declarado que el escaso dinamismo observado en el comercio entre Chile y Japón, en relación al resto del mundo, se debe a que el “proteccionismo japonés afecta especialmente a productos en los que Chile ha adquirido ventajas competitivas crecientes. Ello ha obstaculizado el aumento de las exportaciones chilenas especialmente en algunos rubros agrícolas. En estas condiciones, la evolución de las exportaciones a Japón se ha concentrado principalmente en commodities o en algunos productos específicos no sujetos a protecciones significativas como el salmón.” Furche agrega que también ha que considerar que Chile “ha suscrito una serie de tratados de libre comercio que han eliminado la protección arancelaria en bienes que, como maquinarias y equipos de transporte, compiten directamente con las importaciones del país asiático. Así las cosas, en los últimos años se ha presentado una pérdida de competitividad relativa de las importaciones japonesas con relación a los países con Tratados de Libre Comercio (TLC) en marcha, restringiendo así la demanda potencial de nuestro país por sus productos.” Finalmente, y sobre esta base argumental, concluye que “un TLC entre Chile y Japón parece ser el instrumento más apropiado para generar un nuevo impulso en el comercio entre ambos países. Esto permitiría, por una parte, aumentar la dinámica exportadora de Chile con la incorporación de nuevos productos a su comercio y, por otra parte, beneficiaría a Japón al revertir el impacto de desviación que le generan los acuerdos de libre comercio que ha suscrito Chile en los últimos años.”
En este contexto, en junio del 2001, las agencias de negociación comercial de Chile y Japón (DIRECON y JETRO) entregaron a las autoridades de ambos países un informe preliminar sobre un posible acuerdo de libre comercio bilateral. El informa había sido encargado el año 1999. En la Cumbre APEC de 2004, los presidentes Lagos y Koizumi, anunciaron la creación de un Grupo de Estudios Conjunto (GEC), el que se reunió en varias ocasiones desde esa fecha. En noviembre de 2005, el Grupo de Estudios Conjunto entregó su informe, recomendando iniciar negociaciones para firmar un Acuerdo Económico (Economic Partnership Agreement, EPA). Es significativo que el informe se refiere a lo largo de toda su extensión a un acuerdo de complementación económica y libre comercio (EPA/FTA), y sin embargo, al momento de expresar la recomendación, ésta ser refiere solo al “EPA”, dejando de lado el “FTA”.
El GEC está constituido por representantes del sector público, privado y académico de ambos países. Entre los miembros del sector público chileno en el GEC, hay representantes del Ministerio de Relaciones Exteriores, Hacienda, Economía y Agricultura. Sin embargo, no hay miembro alguno del sector público minero, salvo un representante de CODELCO que, curiosa y significativamente, aparece como representante del sector privado (Se habrá considerado inconveniente decirle a nuestros socios japoneses que CODELCO es una empresa pública, 100% pública, respecto de lo cual el gobierno ha sido bastante explícito negando siquiera la posibilidad de su transformación en sociedad anónima manteniendo todas las acciones, o se tratará de un error secretarial y de tipeo, como a menudo pareciera que terminan siendo estos lapsus). No está el Ministerio de Minería, no está COCHILCO, no está el CIMM y no está SERNAGEOMIN. Entre los miembros del sector privado, hay representantes de la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras, de la Sociedad Nacional de Agricultura, de la Asociación de Productores Avícolas, de la Asociación de la Industria Salmonera, de la Sociedad Nacional de Pesca, de la SOFOFA, de la CORMA, de MASISA, de la Asociación de Exportadores, de Vinos de Chile y de la Asociación Chilena de Productores de Vino. Sin embargo, del sector minero privado, no hay representante alguno. No está el Consejo Minero, no está la SONAMI, no están las empresas más relevantes, nacionales o internacionales.
El informe se hace cargo de los principales temas propios de un tratado de libre comercio y tiene unos párrafos destinados a la minería. Los representantes japoneses expresaron en el informe que la industria japonesa del cobre es tanto una compradora de cobre chileno como un inversionista de proyectos mineros en Chile de manera tal que las industrias de ambos países son complementarias. También expresaron que la eliminación de las tarifas al cobre podría llevar a la declinación de la industria de fundición de Japón y podría así afectar las inversiones japonesas a Chile y por ello insistieron en darle suficiente consideración a la sensibilidad de esa industria. En este contexto, un miembro de la industria de fundición de Japón insistió en que las regulaciones ambientales japonesas respecto de la función de cobre son más rígidas que las chilenas y eso implica que la industria japonesa carga con un mayor peso que la chilena en esta materia y que por tanto, las regulaciones ambientales de Chile en este tema debieran ser mejoradas en términos de protección ambiental global (El informe no dice su nombre, pero asumo que se trata del señor Shimpei Miyamura, Presidente, Director Representante y CEO de Mitsui Mining & Smelting Co., Ltd., ya que es miembro del GEC).
Los representantes chilenos (me pregunto quienes habrán sido, además del representante de CODELCO) expresaron que el término del proteccionismo y la eliminación de tarifas beneficiaría a ambas economías. Agregaron que el sector minero chileno reconoce la importancia del importante rol de la industria japonesa en el desarrollo de la minería en Chile durante las últimas dos décadas y también el importante rol de Chile como proveedor confiable y eficiente. De la misma forma, agregan que la excelente cooperación entre ambos países ha contribuido a la construcción y desarrollo de relaciones de confianza y también ha demostrado ser una fórmula ganadora. En efecto, son los consumidores, continúan explicando, los mayores beneficiarios de la reducción de barreras arancelarias fortaleciendo el crecimiento de la cadena productiva a través de un consumo vigoroso.
En relación con el tema ambiental, los representantes chilenos expresaron que se encuentran permanentemente trabajando en el mejoramiento de las regulaciones ambientales y que continuarán haciéndolo en el futuro, agregando que, se encuentran preparados para discutir regulaciones ambientales generales y establecer un capítulo ambiental en el posible TLC, no estiman apropiado abordar las regulaciones ambientales relacionadas con el sector de fundición de cobre de manera específica ya que las condiciones de cada país son diferentes.
Este intercambio de apreciaciones sobre el tema ambiental, particularmente los argumentos y apreciaciones de nuestros representantes, dan para una interesante reflexión, pero ya casi no tengo espacio y creo que habrá que dejarlo para una próxima columna. En resumen: Que bien que se avance en la negociación comercial con Japón; que curioso que la recomendación del GEC no señale explícitamente la conveniencia de negociación de un TLC; que lástima que el sector minero esté tan incompletamente representado en el GEC; y finalmente, compartir con todos que el sector minero seguirá siendo importante en las exportaciones a Japón por los años que vienen. La memoria del Izumi-Esmeralda está presente entre los japoneses. Recordémoslo también nosotros.